lunes, 6 de enero de 2014

Carta de Reyes para los PROGRES



Los buenistas desean varias cosas para la Iglesia:
Que ésta sea literalmente pobre, es decir, que regale todos sus bienes (no hablamos por tanto de la pobreza evangélica); que se limite a ayudar a los demás pero deje aparte toda cuestión moral “molesta”; que se le quite todo privilegio; que renuncie a todo poder (no hablo en lo personal, sino en lo institucional o social); que renuncie a querer influir en la sociedad; que el Estado excluya todo elemento religioso para no ofender a los que no tienen esa fe, o para no influir a la ciudadanía en ese tipo de cuestiones; que se adapte a los ideales comúnmente nominados como “progresistas”; que se limite a cultivar la fe en la vida privada, etc.

Sólo así conseguirá el respeto de todos.

Y ahora me pregunto yo, ¿hay en estos deseos un interés real de carácter moral? Quizás para algunos fáciles de comer el coco sí, pero ¿no habrá en los promotores de estas ideas intenciones escondidas que desean que la Institución que creó Jesús quede capitidisminuida a una ONG que no exija ni tenga poder para influir en el mundo según las enseñanzas del Señor? Porque yo en lo personal puedo carecer de ambición para con el dinero y el mando, pero si quiero a mi Iglesia, lógicamente le desearé poder e influencia para que se pueda cumplir la voluntad de Dios en la mayor medida posible. De igual modo le desearé poder e influencia a todo aquello que considero bueno, pretensión normal para el común de los mortales, incluidos los progres. Cosa muy distinta es la gente que se corrompe por el poder o el dinero, pero de eso no estoy hablando.

Pues vuelvo por pasiva los deseos a cualquier institución progre y les animo a lo mismo:
A que regalen todas las sedes y organismos que utilizan; a que se dediquen a ayudar a los necesitados pero que renuncien a propagar su ideología; a que por su bien sean apartados de todo poder; a que arrumben todos sus privilegios; a que no influyan en la sociedad; a que el Estado excluya toda forma de progresía para no ofender a los que no piensan así, o para no influir a la ciudadanía en este tipo de cuestiones; a que adapten sus pensamientos a los de la Iglesia; a que acoten sus ideologías dentro de lo íntimo de sus casas.
Supongo que ellos también anhelarán esto, pues constantemente dejan bien claro que sus ideales de humildad y pobreza les hacen escandalizarse ante la hipocresía de la Iglesia.


¿A que ahora se ven las cosas distintas? A ver si había gato encerrado…

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